miércoles, agosto 31, 2005

Porque 20 años no es nada...

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Me salgo del libreto. Sacando cuentas se viene la fecha de egreso del secundario. Y hace toda esa cantidad de años que no he vuelto a ver a mis compañeros. San Google, patrono de los reencuentros da una pista y aparece Pablo Montiel. Le escribo y enseguida comienzan a cruzarse mails entre casi todos aquellos 19 adolescentes. Y llegan los de Mechi que resultó ser pintora y me envió algo de su trabajo que aquí les muestro y a ver si aquella niña tímida ahora se anima abrir un blog y jugar a mostrarlos y contarnos de sus restauraciones y sus sueños por Firenze...

Aquí pueden ver algunos otros trabajos de Mercedes Montesano.
Aquí también.
Y aquí.
Y por este otro lado.

Pablo Montiel ha sido también otro de los artistas de aquél grupo heterogéneo y en Octubre lanzará en Buenos Aires su disco como solista: “La belleza del gesto”.
El reencuentro de los tovarich se acerca... Alegría... alegría...

Saludos a todos: Mechi, Pablo, Darío G, Laura, Mariana, Leonardo, Raúl, Alejandra, Martín, Pedro, Alejandro, Marina, Lito, Gustavo, Darío F, Christian, Hernán, Jacinta, Guillermo, Francisco...

Aquél Instituto Fátima en la esquina de Virrey Loreto y 3 de Febrero del barrio de Belgrano, en Buenos Aires, Argentina ya no existe... Una pena, no? No resistió los vientos de la posmodernidad...

lunes, agosto 29, 2005

Nocturno con lluvia 3838

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...abrimos estrellas
con las llaves de nuestros sexos
y la noche acepta cualquier muerte
que podamos ofrecerle
mientras la lluvia teje
las historias futuras
de nuestros cuerpos de agua
arrastrados hacia las bocas de tormenta
donde un solo beso
unirá todas las imposibilidades
de la vida
y las alegrías de la muerte...


Foto unsologato.

viernes, agosto 26, 2005

Sed (II)

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Tengo sed, mucha sed. Yo tengo agua. Quiero agua, tengo mucha sed, necesito agua. Tengo agua pero no puedo dártela. Por favor. No puedo. Vos sed, yo agua y eso es todo. No puede ser. ¿Qué más? No sé, arrimarnos a la misma pared. No existe tal pared. Vos sed, yo agua, cada uno en lo suyo y ninguna posibilidad de nada. Ni cántaros, ni vasos, ni copas, ni ríos, ni orillas, ni fuentes, ni botellas, nada de eso. Pero tengo mucha sed, demasiada sed. No grites, calma, te va a dar más sed si gritás. Es horrible esta sed y vos toda esa agua y ni una gota para mí. Pero es así, vos sólo sed, nada más que sed sin manos, ni lengua, ni garganta, ni boca, ni nada. Sólo sed. Entonces nada. Pero me muero de sed. Y yo me muero de agua. Y no podemos hacer nada. ¿Pero sed y agua? Si, sí, muy bien, la sed y el agua, pero falta eso que lleve la sed a la boca y vos ni boca ni nada, sólo sed, y yo sólo agua, sin manos, ni recipientes, ni cursos, ni charcos. Es espantoso. Es cierto pero hay que aceptarlo, no queda otra. Sólo sed y agua. Vos sed y yo agua. Y nada más. ¿Y así siempre? Siempre sed y siempre agua hasta que nos permitan usar alguna otra palabra...


Foto unsologato.

miércoles, agosto 24, 2005

Poetarum...

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Así que sos poeta, mirá vos, che... A ver si la poesía te salva. Deberías probar un poco de esto, porque esto también es poesía. ¿Ves este ojito negro? Miralo bien. Por ese ojito, si yo aprieto acá puede salir un pedacito de plomo que te desparrama los sesos y se acabó el poeta. Poeta cadáver. No hay más poeta. Y esa pared blanca no sabés lo linda que quedaría con tus sesos desparramados. Como esas pinturas modernas que son puras machas. Sí, mi amigo eso también es poesía. Ese vértigo de poder despacharte con un gesto tan simple es hermoso, no me digas que no es hermoso. Mirame bien la sonrisa, mirá qué placer ese poder absoluto sobre vos y tu puta poesía. Pero tenés suerte poeta, porque resulta que a mí de pibe mi vieja me leía poemas. No me acuerdo ninguno, pero pienso que a mi viejita -que dios la tenga en su santa gloria- no le gustaría nada si se entera que le metí una bala a un poeta por afanarle cuatro mangos. Entonces, escuchá bien lo que vamos a hacer, y eso porque hoy estoy de buen humor. Escuchá, vas a tener la oportunidad de que la poesía te salve. Te doy cinco minutos. Ahí tenés una libreta y un lápiz... japonés (te acordás de eso del lápiz japonés... ja ja...). Cinco minutos para escribir unos versitos. Yo los leo y si me gusta lo que escribiste te podés ir a tu casita tranquilo, y si no me gusta bang bang bang y sos boleta. Dale poeta, a partir de ahora.
Ya :...........................................................
................................................................
¿Está listo? ¿Seguro? Mirá que te la jugás, poeta. Che, te demoraste sólo dos minutos. A ver traé pa acá. Y no dejés de mirar este agujerito negro que tiene ganas de escupirte su fuego... No te hagás el piola porque te sigo apuntando...
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Bien Poeta!!! Te salvaste!!! No sé bien qué mierda querés decir pero suena lindo. Está bueno. Te salvaste, che... Ahora andate. Y tomá la guita, no la quiero, me quedo con el poema, cuando vaya al cementerio se lo leo a mi viejita... Chau chau chau… Hacete humo.


Foto unsologato, graffiti callejero, Santiago de Chile.

lunes, agosto 22, 2005

Dos cajas.

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Dos cajas. Una caja vacía dentro de otra caja vacía. La primera caja está decorada con figuras geométricas y la segunda caja también lleva las mismas figuras que la anterior pero distorsionadas por el vacío de la primera. Como si fuese una variación algo culpable donde predomina el desasosiego de la mano que insistió en imprimir esas formas.
Cuando el observador toma ambas cajas, las abre y comprueba que no hay nada dentro, porque nunca hubo nada dentro de esas cajas, salvo que la más grande contiene a la más pequeña; el observador siente cierta repugnancia, como un principio de angustia que se le clava en los ojos y le baja hasta la boca del estómago, quizás también vacío a esa hora del espectáculo. Es probable que el observador se haya hecho demasiadas ilusiones de encontrar algo dentro de esas cajas, quizás una llave, un reloj de arena, tal vez unos pendientes de plata para regalar a su mujer o tan sólo un pequeño papel doblado en cuatro con las instrucciones precisas de lo que deberá hacer en ese instante para evitar el horrible desenlace...


Foto unsologato.

viernes, agosto 19, 2005

(3827)

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...tu cielo
no es el cielo
aunque tu piel de hembra
no necesite otro horizonte
para engañar a las palabras...

...palabras que siempre sueñan
esa tierra
que une los cuerpos
al cielo...

...pero sólo la piel del silencio
une cielo y tierra...


Foto unsologato, Isla Robinson Crusoe.

jueves, agosto 18, 2005

Querido/a Viceversa...

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Ya no vamos a prometernos nada. Porque la última vez no resultó, aunque fuimos tan estúpidos como para creer que podíamos vivir sin ese papel que nos habían asignado, y todo terminó siendo tremendamente complicado para cada uno de nuestros respectivos amantes. Pobrecitos, no se merecían tanto laberinto al pedo.
Ella me exigió que la siguiera a Budapest porque se le antojaba besarme en la mitad del Puente de las cadenas, ese que atraviesa el Danubio; y él a su vez te exigió que te fueras a vivir al campo donde podríamos plantar trigo y echarle la culpa de todo al amarillo de ese trigal cuando ya estuviera listo para la cosecha. Pero las cosas siempre se complican y ahora tenemos que deshacernos de esos dos cuerpos, que ellos creen que son el tuyo y el mío.
Ella creerá ver mi cadáver pasar flotando por el Danubio mientras avanza su crucero a ritmo de valse; y él creerá cierto ese sueño donde las raíces del trigo se enredarán entre tus cabellos mientras el tractor da vuelta terrones de tierra mezclados con piel y huesos.
Ya no sabremos, mi amor, si ellos o nosotros, seremos los muertos, pero eso a quién le importa, quizás solamente a algún obsesivo lector (esos que quieren entender todo con claridad aristotélica) que terminará exigiendo una explicación. Y qué le diremos. Que por favor, vuelva a leer la primera frasecita del relato: no hemos prometido nada. Porque la última vez no resultó... Y ahora tampoco...
Foto unsologato.

martes, agosto 16, 2005

Los muertos

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“Ojalá te alcance mi irrealidad”. Siempre te decía eso, me mirabas con cara de estatua viviente y nos largábamos a reír como desesperados. Y la risa nos duraba hasta que escuchábamos los pasos de tu padre en la escalera. Yo corría a meterme debajo de la cama y vos te mordías las manos intentando parar de reír. Pero tu padre ya conocía ese gesto y te miraba las manos y veía las marcas de tus dientes. Entonces te golpeaba, siempre te golpeaba y comenzabas a llorar al tercer golpe y yo salía debajo de la cama para tratar de defenderte y tu padre, siempre el mismo hijo de puta, me tomaba del cuello, me levantaba en el aire y así me llevaba hasta la puerta. Me lanzaba afuera como a una cosa y vos te abrazabas a sus pies y le suplicabas que me soltara. Pero todo era inútil porque su fuerza era descomunal, su furia ciega, y ambos demasiado débiles para que las cosas alguna vez fueran distintas.
La escena se repetía todos los días. Sabíamos que ese era nuestro infierno. Lo sabíamos mientras nos abrazábamos desnudos y aún faltaba una hora para que llegara ese monstruo que te había engendrado; sabíamos que las alternativas eran escasas y nos encaminábamos irremediablemente hacia ellas: o él o nosotros.
Así fue como te convencí de que lo insultáramos juntos, con todo el odio acumulado durante esos años de humillación, porque eso lo haría redoblar su salvajismo y su fuerza y sacar la navaja que siempre lleva en el bolsillo del pantalón y entonces sí, la única y final alternativa, que juntos le sonriéramos a la muerte...

Foto unsologato

viernes, agosto 12, 2005

(Recorrido alternativo por la Primera sonata para piano de Pierre Boulez)

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...distancia
y gorriones
que dan saltitos
en la rayuela de la noche
aunque no hemos arrojado
la piedrita del amor...

...a veces nos basta
un fueguito de palabras
sin manos
para calentarnos las sombras
en la caverna platónica...

...a veces nos basta
pintarnos con cenizas
el nombre del otro
en la frente
y arrojar las mortajas
al fuego...

Foto unsologato.

miércoles, agosto 10, 2005

Mensajes

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A veces recibo mensajes algo extraños. Pienso que es spam, pero no. Alguna palabra puesta allí se las arregla para despertar mi curiosidad, justo en ese momento en que ya había decidido cerrar todo e irme a la cama. Pero ahí está el mensaje. Suele ser breve, lo leo una, dos, tres, cinco, diez veces. Me quedo mirando la pantalla, hasta que varios minutos después reacciono y el mensaje vuelve a aparecer con un clic.
No podría reproducir exactamente desde la memoria qué dicen esos mensajes. Tendría que buscarlos, copiarlos y pegarlos aquí. Pero extrañamente eso resulta imposible de hacer. Los mensajes, después de varios días desaparecen sin que un clic los haya eliminado. Desaparecen las letras, el correo permanece con su dirección y formato, pero todo lo demás queda en blanco.
Los otros días envié un correo a la dirección que figuraba como remitente y no obtuve ninguna respuesta. Insistí varias veces. Quizás tantas como he leído cada uno de esos mensajes.
Confieso que he llagado a obsesionarme, que he enviado cientos (acaso miles) de correos a esas direcciones que cambian continuamente y de las que nunca he tenido respuesta. He tratado de copiarlos y guardarlos en otros formatos en mi computador, pero no se dejan atrapar. Siempre el mismo resultado después de algunos días: pantalla en blanco.
Creo que esos mensajes han logrado lo que se proponían, ya no puedo pasar ni un solo día sin leerlos con desesperación, diez, treinta, cien veces, hasta que desaparecen. Tampoco puedo evitar escribir otra cantidad similar y exagerada de mensajes que nunca consiguen una respuesta, pero sí logran calmar algo en mi interior.
Alguien me ha sugerido la idea de un laberinto y creo que se aproxima bastante a esta realidad, porque ya me considero perdido en esos mensajes y sé que es un recorrido inútil que sólo me lleva a más y más mensajes indeterminados y llenos de ambigüedad, pero ya no puedo prescindir de ellos.
La conclusión a todo esto podrá parecer algo desproporcionada, pero me ayuda a seguir adelante: yo mismo soy un mensaje que alguien envía y reenvía una y otra vez, mi vida sólo tiene sentido en ese mensaje que un día desaparecerá de las pantallas que lo reciben y que intentan vanamente copiar, pegar, guardar, olvidar...

Foto unsologato (El gato Mavra).

lunes, agosto 08, 2005

Por unas páginas.

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Faltan pocos minutos para que él regrese a casa y el tiempo no se detiene cuando ella se asoma a la ventana y ve los árboles tristes del parque. Tal vez, será la última oportunidad de convencerlo de que se vayan juntos. Cualquier lugar será mejor que esa taza de té o ese cuchillo que ella prepara desde el primer día. No importará el dinero, ni dejar allí abandonados todos esos muebles que aún tienen olor a celofán de embalaje, ni dejar la colección de biblias antiguas.
Ella repasa mentalmente lo que dirá y la sonrisa con que simulará esa página arrancada antes de ayer. Sabe que esos versículos él no podrá refutarlos, ni siquiera comprenderlos del todo. No es cuestión de fe, ni de discernimiento, sino de odio. Odio que aún no ha desplegado sus fuegos y demencias mayores.
Él llama a la puerta, quiere que ella le abra, quiere escuchar sus tacos sonando contra el piso de madera, que lo abrace y le sonría como si todo estuviera bien dentro de esa taza de té; prefiere eso a tener que sacar las llaves y entrar sigilosamente como cuando intentó matarla por primera vez. Ella no se apresura a abrir. Es mejor hacerlo esperar del otro lado de la puerta hasta que termine de arrancar la última página de ese libro, que para él ha sido el más importante de su vida.

Foto unsologato.

viernes, agosto 05, 2005

(Schubert. Sonata D. 668)

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...nunca sabremos
si esta tristeza
es por esa silueta de árboles
recortada con tijeras de niños ciegos
o por ese gorrión
atado a las ramas más altas
donde un antiguo cadáver
alimenta a las estrellas…

Foto unsologato.

miércoles, agosto 03, 2005

Oráculo con trigal y muerte.

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El mal que le harás a ese hombre está misteriosamente trazado en ese campo de trigo, que será cosechado cuando la víctima caiga sin vida, fulminado por la descarga de tu odio. Existirá la ayuda del calibre adecuado y el acero que no encontrará resistencia en ese cuerpo desprevenido. No importará que nunca hayas tenido en las manos una arma de fuego. Probablemente, el pulso no será muy firme y pensarás que eres un cobarde, pero la distancia será mínima y el mismo trigal se encargará de guiar la bala hacia su corazón.
Avancemos en cierta hipótesis y digamos que la brutal literalidad de partirle el corazón tendrá un efecto benéfico para él en otra vida. No importa que no creas en otras vidas. (Yo tampoco creo, pero es posible que el trigal sí crea). Será suficiente con que sigas las señales que aparecerán en ese campo sembrado de amarillo. Seguramente, no serán cuervos y los colores se verán mucho más deslavados que los de tu imaginación y sentirás un terror nunca antes experimentado cuando lo veas caer a tus pies con el pecho destrozado, porque ese hecho te habrá convertido para siempre en un criminal.
La otra posibilidad podrá parecerte aún más absurda, pero no la descartes del todo porque quizás podrá ayudarte con los buitres de la culpa, y es que ese trigal -tan amarillo como la muerte- necesitaba la sangre de un hombre y la inocencia de otro que haya aceptado un juego atroz.


Foto unsologato.

lunes, agosto 01, 2005

Prometeo encadenado.

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Ahí lo tenés, el dios que regaló a los hombres el fuego y las artes, el mismo que encendió estas pantallas y nos ayudó a tener blogs y curiosidad infinita por el conocimiento y la belleza, el mismísimo Prometeo. Y miralo al pobre, encadenado a la roca por Zeus.
Yo te decía que Zeus era un grandísimo hijo de puta, que abusaba del rayo y del poder y que se mataba de risa de nuestras desgracias. Ahora convencete y dejá de llamarme ateo de feria. Tengo mis razones para seguir haciéndome preguntas y más preguntas a cerca de todos estos dioses y no entregarles incondicionalmente el alma como hacen todos aquellos que se llaman religiosos.
No es pavada liberar a Prometeo, porque lo más probable es que Zeus o su amiguito Hefestos nos fulminen y nos saquen un boleto de ida al Hades sin escala siquiera en esos encantadores sitios del olvido. Pero quizás valga la pena correr el riesgo.
El plan es simple, yo subo al Olimpo, le recito a Zeus unos versitos de alabanza, podemos echar mano de cualquier poetastro, y vos mientras tanto liberás a Prometeo. Si lo logramos, seguramente el dios de la adivinación y del conocimiento nos dirá con todo gusto si nuestro amor tiene algún futuro o estaremos condenados a seguir escribiéndolo en las paredes de este laberinto para diversión de los dioses e indiferencia de los hombres.


Gracias maestro Esquilo, nos hiciste más llevadera la propia e insignificante tragedia, tal vez comedia, ya no se sabe.


[Foto unsologato, cariátide del edificio de Perú y Av. Belgrano, Buenos Aires]

El Tiempo Buenos Aires Aerod.