Ventanas compensatorias.
Habiendo ventana se puede detener la destrucción del día sin piel. Aunque la luz no haya sido del todo propicia o la oscuridad golpee los cuatro costados del arcidriche. También se juega con luz ausente. Y las ausencias terminan iluminando los rincones más absurdos del castillo de arena. Se intercambian miradas aptas para anidar en lo imposible, aunque las palabras se rompan las manos cayendo desde una altura mayor a la pactada por el abrazo. Se reinicia el juego. La luz cambia de posición: abre los cuerpos a la alegría. Permite a un árbol soñarnos desnudos. En un punto equidistante de la cópula ya no se sabe si las ventanas o los cuerpos son los que obligan a la luz a permanecer en esa posición sin tiempo, abarcando todo el cielo y toda la tierra.
(Sos mi ventanamor. Ayer en la tarde lo supe cuando te acercaste a esa geometría de vidrio y silencio y te reflejaste tan bella, con esa luz que se hamacaba en tus ojos y en todo tu cuerpo).
foto unsologato.