miércoles, abril 13, 2011

(Agua verde 5429)


Los reconoció por la forma de abrazarse al agua verde. Sin ojo de cielo, sin piel que acariciara el acero que más tarde cortaría la lluvia de venas etílicas. En ese claustro de aguas y alcoholes fue que un cuerpo desapareció del paisaje de otro cuerpo. Como cualquier animal que no se atreve a desgarrar el pecho que le ha sido tatuado con las precisas instrucciones de una orilla. El otro cuerpo también dejó de yacer en ese pavimento, aunque otros desesperados en su ternura divisoria de aguas continuaran un tiempo más contemplando la quietud del agua verde. Agua verde sin ojo de cielo. Agua que no se refleja en la hoja del cuchillo que lamerá la piel hasta el fondo de los huesos.
Foto unsologato
El Tiempo Buenos Aires Aerod.