Geometrías amantes ambulatorias.

Como una ausencia premeditada por el aire: única respiración posible. Mirando hacia otro lado: un cuadrado que siempre nos anima a ser más geométricos que absurdos. Diciendo lo mínimo: dos puntos que definen el plano. Esperando que esa ausencia resulte un buen ángulo para la bisectriz del abrazo. Así desnudos: circulares. Cada vez más desnudos: esféricos. Pero sin un sol, sin una ventana cómplice. (Ese sueño rectangular de la luz) O castigados de antemano por una oscuridad de infinitos lados. Y la palabra que siempre necesita maquillajes de exactitud. Colores impuros. Y un beso que puede ser cualquier otra cosa. Aunque tanto silencio después. Corolario sin piel. Piel de colores degradados. Y las agonías secretas del otro lado de la hipótesis. Y las mentiras puntuales que juegan su parte. Simetrías que repiten las formas del placer. A veces unidos, otras veces centrífugos. Y el teorema que nunca lograremos resolver como una ausencia premeditada por el aire...

Foto unsologato

Feliz cumpleaños...querido amigo...

Wolfgang Amadeus Mozart, 250 aniversario de su nacimiento.

Sol 3984

¿somos la tristeza de este sol
que no encuentra la pesadilla
donde nos juramos amor del más frágil?

¿un sol que junta añicos
con las manos de nuestros fantasmas?

¿somos un sol sin piel
ni tierra
un sol sin agua
un sol que hemos desquiciado
de tanto destejer el horizonte?

¿somos la pregunta
que el sol nunca le hizo al cielo
ni a la tierra
pero sí a los muertos?


Foto unsologato. Santiago de Chile, Centro.

Copas vacías

Calculas equivocadamente la constante que une las copas vacías a tu deseo y las consecuencias son las siguientes:
1. El quinteto para clarinete y cuerdas op. 34 de Weber te sabe a duraznos plátanos lo que no es tan malo si se proyecta en la desnudez subsiguiente de la mujer con quien compartirás la cama durante la noche.
2. En segundo término tenemos a una anciana que abre un quitasol rojo y camina hacia el centro de la plaza para alimentar a las palomas que siempre son buenas intermediarias del vacío aunque lleven atados en las patitas mensajes de amor imposible.
3. La tercera consecuencia proyecta a futuro una sombra de horizontes que los amantes tejen con las agujas del deseo. Una Isla o un desencuentro de náufragos puede ser el corolario fatal.
4. La última consecuencia que completa el cuadrado perfecto, es no menos baladí que las anteriores: el abrazo de la ventana (geometría de la buena) te alcanza para que la luz del día no haga caso de tu irrealidad.

Post scriptum del melómano: Bella obra este quinteto de Carl María von Weber.


Foto unsologato.

Contar adoquines.

Es una buena mañana para contar adoquines. Primero trazo al azar un círculo (por supuesto que no es exacto) con tiza blanca y después los cuento. El círculo abarca una superficie bastante amplia. Me demoro dos horas, cuarenta y tres minutos con veintidós segundos en contar trece mil cuatrocientos doce adoquines. Los datos los apunto en una libreta forrada con una foto de adoquines.
La primera vez que conté adoquines fue emocionante aunque algo triste. Tres de los adoquines que conté esa vez, que fueron un total de quinientos cuarenta y cuatro, tenían manchas de sangre fresca. A pesar de mis años de investigación en el tema, no he llegado a una conclusión definitiva, para algunos esos tres adoquines manchados con sangre debían ser descontados y no incluidos en el total de la cuenta de adoquines, por respeto a la vida y otras razones bastante bien fundamentadas. En cambio otros –quizás más optimistas- opinaron que debía multiplicar cada uno de esos tres adoquines por mil, lo que pondría mi primera cuenta de adoquines en un número cercano al récord y lo convertiría en un acto fundacional. Pero he optado por incluirlos como si fueran adoquines comunes sin manchas de sangre, aunque siempre recordando que en la primera cuenta de adoquines de mi vida, tres de esos adoquines estaban coloreados con sangre fresca. Esa decisión me ha valido que en muchas partes se me prohibiera contar adoquines, llegando incluso, algunas ciudades al levantamiento definitivo de todos los adoquines, con el fin evidente de evitar mi cuenta personal. Aunque en otros lados fui proclamado como “El contador de adoquines de la ciudad”.
No cuento adoquines para obtener ningún tipo de reconocimiento, sólo lo hago por mera entretención, aunque sé que esta noble y desinteresada actividad ha ayudado a más de una persona y de un tiempo a esta parte se han multiplicado los clubes y asociaciones de contadores de adoquines; aunque veo en esto un contrasentido porque contar adoquines es una tarea eminentemente solitaria.


Foto unsologato. Adoquines de La Boca, Buenos Aires.

(Henryk Górecki/ Kleines requiem für eine polka op. 66/ 3957)

nuestro delicado infierno:
la lenta descomposición
de estas palabras
en cuerpos desnudos
que no nos corresponden...

(bajo la piedra de cada corazón
hay un mensaje indescifrable)


Foto unsologato.

Ejercicio no del todo solar pero algo residual en su forma scherzada aunque tu risa de hiena no me sirva para un carajo pero sí la de Cheshire...

La cortina(1) que separa el sol(2) de aquello que no es basura(3) que elegimos parcialmente cómplices(4) en la destrucción (6) de todo lo que se nos antoja anterior al reflejo sobre la superficie-corazón(7) menos bruñida aunque saltando de charco en charco(8) hasta encontrar el verdadero reflejo(9) que nos haga inmortalmente indefinidos(10) paras los próximos tres segundos en que uno de los dos abra el frasco de mermelada de damasco(11).



Notas amplificadamente innecesarias pero esterofónicas que juegan su parcial falsedad a ritmo de fuga bachiana:

1. Cortina: puede ser cuestionada desde varios colores y texturas. (Solicitar audiciencia señor Kandinsky).
2. Sol: que no es tal, mero sucedáneo que busca otra palabra para alcanzar su brillo por la vida o la muerte de cualquier marioneta.
3. Basura: meramente mental en cualquier recinto platónico donde se recite el Timeo, si es posible en griego y obviando los avances de la ciencia moderna.
4. Cómplices: antes que nos desnudáramos en el mismo papel; antes incluso de ser completamente blancos y no haber recibido la primera palabra.(5)
5. Palabra: podría ser pájaro o pez, o pez volador; también calavera después de tanto espanto subordinado a la concatenación de mutuos fuegos fatuos.
6. Destrucción: merecida del texto como totalidad adyacente. Inmerecida de cada parte del texto por su simple accidentalidad subordinada al desprevenido lector que no se ajustó la risa náufraga.
7. Superficie-corazón: Aquí todo se torna laberinto de mármol pero con menos frialdad, mucha menos, hasta que estalla el primer fuego de artificio: beso, abrazo, felatio.
8. Charco: presumiblemente de agua lluvia, aunque no se descarta el vómito, la cerveza de una botella quebrada por accidente, etc etc etc (8-A)
8-A: etc: un tercer etc no oculta su pertenencia venérea.
9. Verdadero reflejo: No queda más que sobornar a todos los signos de interrogación que se crean serpientes del oráculo. Oraculí, oraculá.
10. Inmortalmente indefinidos: asumir todas las rebusnancias con paciencia de jumentos atravesando el último de los páramos posibles.
11. Frasco de mermelada de damasco: Error, la mermelada ya no viene en frasco sino en sobre. La fruta es la correcta y de alguna manera reivindica el sol número 2 del presente ejercicio.



Foto unsologato, Pampa argentina.

(Schumann. Réquiem op. 148/3953)

cada
uno
en
su
propia
insignificancia
hasta
que
la
palabra
amor
decide
lo
contrario


(y otra palabra cualquiera que ya ninguno es capaz de pronunciar ni siquiera moldear con el barro de otro cuerpo...)



Foto unsologato.