miércoles, febrero 16, 2011

(Paisaje urbano 5409)



Apenas se bifurca vida en vendaval mientras se desgaja el cielorraso sin ninguna domesticación. Los cables no coagulan luz de la tarde. No es oscuridad de lágrima de petróleo alimentando la llama que no cuerpea suficiente goce. Hay placer de vientres eléctricos y sexos paroxísticos pero muebles cansados, paredes exhaustas. Devoción de cemento laboral a orillas del mar de mierda dulce donde toda embarcación flota al revés de su ombligo. El coro no canta muertes ajenas. No canta muertes el coro. El vedarca fresquito de esa esquina de Almagro no sabía que los pasajeros del bondi darían vuelo a sus pájaros de precisa compasión. La ciudad con un código de barras tatuado en el pecho de un árbol. Un árbol que quiere seguir siendo humano.

Foto unsologato.
El Tiempo Buenos Aires Aerod.