Encuentro en una calle de nombre equivocado.
Se encuentran en una calle de nombre equivocado. El encuentro no ha sido casual. Trescientas sesenta y cinco cartas escritas durante un año los llevaron a decidir mirarse a los ojos. Acordaron el día, la hora y el lugar, que resultó ser una calle de nombre equivocado.
Se reconocieron por el tamaño desmesurado de los ojos, ambos los habían exigido a un máximo entomológico tratando de dar con esa calle en ese barrio desconocido para ambos.
Cuando estuvieron frente a frente, sonrieron como animalitos asustados y se preguntaron casi al unísono cómo los afectaría ese hecho impredecible de haberse citado en una calle de nombre equivocado. Ella tomó la iniciativa y dijo: -Creo que va a ser imposible. Él asintió con la cabeza, le sonrío con su tristeza más convincente, dio medio vuelta y se alejó por esa misma calle de nombre equivocado.
Ella pensó: “Quizás sea suficiente con que en la próxima carta que nos escribamos, demos con una calle de nombre verdadero, y si eso no resulta, entonces sí, mejor será olvidarnos de este asunto”.