Fedón, Platón
Leer a Platón (el Fedón) la última mañana de Agosto de 2004 es como acariciar al gato que también es platónico, en cierto sentido de una novela inédita, y dejarlo que se suba a las piernas y ronronee todo el tiempo que dure la escritura del guijarro. No es más que un guijarro platónico. Salve maestro. Aunque también algo mozarteano, con una encantadora sonatita para violín y clave, la K. 30, que dura solamente seis minutos y que Wolfgang compuso cuando era niño y yo me subía a los árboles a chupar flores de ceibo y aún no sabía que a Platón le gustaba que le acariciaran los gatos en las mañanas en que es leído, aunque Sócrates vaya a morir acto seguido y al lector de turno se le haga un nudito en la garganta y el gato siga ron ron ron hasta el próximo libro...