martes, abril 28, 2009

Hojas de otoño



Vos sos una linda hoja seca. Y yo soy otra hoja seca. El viento nos arrancó del árbol. Nos tiró al suelo. Nos dio vueltas por la tierra y el pavimento. Nos arrastró al agua. El estanque de una plaza. Y en el agua había otras hojas secas. Hojas del otoño que danzaron la caída de la luz, la ausencia del árbol. Quizás aún podamos tomarnos de las manos áridas y quedarnos un rato al sol. Después limpiarnos un poco, llevarnos como sea y guardarnos en un libro. Un libro grueso de muchas hojas. Donde podamos pasar todas las estaciones que soporte la materia. Páginas llenas de palabras que no nos permitan olvidar lo dichosas que fuimos, cuando la brisa nos balanceaba en el árbol y los pájaros cantaban para nosotras. Cuando nos mirábamos a los ojos y fabricábamos luz en laboratorios de clorofila.
Allá afuera nuestro árbol seguirá creciendo durante un tiempo más, aunque ya seamos hojas secas, guardadas en un libro donde no se cuenta esta historia.


Foto unsologato.

sábado, abril 18, 2009

(Luz 4951)



La luz de la habitación a las tres de la tarde. La luz me obliga a permanecer quieto. Luz real. Bella luz. Espero que ella decida el siguiente paso. Jugar con la luz, ser presencia y contraste de su voluntad fotosensible. Dejarse llevar por sus soles. La luz no mueve los objetos. La luz no mueve los brazos ni las piernas. Pero llena los ojos. Llena el pecho. A la luz le acomoda la quietud de la habitación donde ella decide el ángulo de incidencia de la respiración, de la sangre. La luz juega con las negaciones de un hombre. Yo soy ese hombre, obligado a jugar con la luz. Quizás el próximo movimiento que me permita hacer, sea levantarme de la silla, tomar el teléfono y decirle a la mujer amada que esta noche no podremos abrazarnos. Tal vez sean muchas noches sin abrazo, sin luz de pieles. La luz no tomará esa decisión, sólo hará la sugerencia desde un rincón menos luminoso de la habitación. Para la luz es sólo un juego, permitir ciertos movimientos o evitar otros. La luz me obliga a decir estas cosas. Y a callar otras.


Foto unsologato

domingo, abril 12, 2009

(Hielo 4939)



Hielo que no derriten los cuerpos. Cuerpos en plano inclinado. Mejillas de azar y labios quietos. Cuerpos sin reposo de arena ni de sábanas que retienen la sangre. Toda la sangre que no se hiela en la punta de la lengua. Beso que enfría la superficie de ciertos objetos en descomposición: un zapato de mujer, un espejo, un reloj. Hielo en el fondo giratorio del vaso arrojado contra la pared de dos nombres. Hielo del hematoma. Nombres del hielo que no derriten los cuerpos. Hielo del whisky de demonios insomnes. Hielo de una tristeza tan pura que no necesita verbo ni ejecución. Hielo de los condenados a abrazar un cuerpo sin cuerpo en otro cuerpo.

Foto unsologato.

viernes, abril 03, 2009

Azul oscuridad



Movimiento azul que no es abrazo. Ni luz asmática. Mirar como se desnuda en la oscuridad o tener que dispararle a los ojos. Ojos que no retienen ese azul lacerante. No es mar que pueda ahogarnos a ambos en la bravura de un naufragio. Ni siquiera bólido vehicular estrellándose contra una muralla de cristal líquido. Menos líquido que ese azul fluyente seminal en medio de la noche. De cuerpo a cuerpo sin intención de permanecer en una esquina cualquiera del placer. Hasta que comience la destrucción de un órgano vital. Placer azul en oscuridad sin abrazo. Otra arquitectura posible del deseo y la revulsión. Abrazo que lleve el suficiente aire a los agujeros que no se llenan de azul.


Foto unsologato.
El Tiempo Buenos Aires Aerod.