Pasacaglia laberinto (con música de H.F.I Biber)
Sediento, no sé qué gotita elegir de tu pecho empapado de sudor. Caeremos líquidamente por el borde acantilado de los cuerpos. Quizás, uno de esos cuerpos sea tuyo y eso que llamamos cópula, una mera proyección del laberinto en su ilusión de movimiento perpetuo.
Nos deslizan por debajo de la puerta una carta escrita con una sola palabra… Esa carta se demoró muchos años en encontrar nuestra piel.
En otra hipótesis no menos vana, se dice que hasta el dolor más cromófago termina por extraviar sus señas entre los pasadizos de la construcción soñada por el arquitecto Dédalo. Y también se extravía la herida y ya no es posible regresar a esa primera imagen de desolación con forma de lágrima de Minotauro. Las bestias biformes también lloran por la dualidad que las atormenta.
En una última hipótesis del rudimentario y apócrifo teorema, se dice que para el triste Minotauro es suficiente con haber contemplado durante unos segundos la sonrisa de su hembra satisfecha…
…y las cuatro gotitas resbalan por tu pecho aunque la herida también se haya extraviado en el laberinto…
Foto unsologato.