Giratorio

Flor giratoria de la tristeza. Remolino que todo lo devora en cielo terrestre. Luz sin bordes de tiempo cuando cada uno regresa a su cuerpo blanco. Cuerpos giratorios en amarillo de salvajismo amante. Expansión del placer hacia la ventana más lejana de la vida. La vida giratoria de muerte. La muerte iluminándolo todo hacia el centro de la fuga definitiva. Amantes que arrancan la flor amarilla de ausencias y premeditaciones de movimiento continuo. Alegría que gira en flor de amantes hacia la luz que devora palabras y penas.

Luz del silencio girando sobre sí mismo.

Foto unsologato.

Tetracromático

Somos cuatro colores desencontrados de labios en esta noche de invierno. Dos cada uno en la paleta del otro. Dos en ninguno y ninguno de los dos besando más rojo y menos gris. Abrazo rectangular sin flores ni cielos. Geometrías del agua nieve en cuerpos despintados. Y alegría en cuatro patas: el animalito que quieras. Pelos o plumas coloreados de dicha amatoria. Aunque seamos sólo paredes del laberinto reflejadas en charcos, ventanas, puertas. Y todo lo que se abre con este abrazo donde las paralelas del amor pintan piel de infinito.

(¿Qué le preguntarás a esos colores, mi bella gorriona tetracromática?)

Foto unsologato. Baires, La Boca, Caminito.

Animales de piedramantes

Piedra de nuestras piedras. Y la blanda cópula del aire. Bestias que habitamos piedras humanas. Piedras amantes serpientes que retuercen el tiempo y la espera. Piedra de andar silencios a contraluz. Esculpidos por el artesano que olvidó darnos todas las instrucciones de la luz: el aire debía preceder al abrazo y el espejo aumentar las posibilidades de los cuerpos del placer. Piedra espejo sin papel ni tijeras. Piel empedrada de leones hambrientos el uno del otro. O cualquier otra bestia que nos animemos a ser en un silencio de columnas en fuga del templo. Luz de piedra desconsolada. Un beso de animales fríos arrojados a esa respiración infinita que todo lo devora. Amor de piedra en la suave cópula del aire.

Foto unsologato. Baires.