Luz 4587

Como un abrazo que no multiplica sus alas en placer venéreo. O esos claoroscuros que obligan a una percepción más inocente del sistema que acumula goces obligatorios. Menos entretejida que la trama de ese amor. Aunque algo más fuerte en el destello de los cuerpos que no se repelen. Y abierta la pregunta del siempre pero ya sin tanta ansiedad ni muerte cercana. Toda muerte que no se dice. Hasta que el abrazo iguala las apariencias sin que importe la ventanilla ni el artificio de la lluvia afuera arrasando el camino. Por no decir los bordes más dolorosos cuando la herida se parece tanto a esa flor que no necesita luz.

Foto unsologato.

Te miro

Te miro desde la foto. Quizás no soy yo el de la foto. Pero te miro y me mirás. Ya no tienen demasiado sentido esas hipótesis tan exactas sobre la identidad de uno u otro. El nombre, la piel, el gesto del viento. Decir vos, decir yo, aunque las fotos sean lo único que permanece brillando en medio de la noche. Cielo nocturno: pantalla sin estrellas. Te miro desde las dos dimensiones. Desde el blanco y el negro de las dialécticas que nos permiten acurrucarnos y repelernos en un mismo movimiento. Te miro los fragmentos desparramados en otros cristales. Te miro los ojos, los pezones, las manos. Pero quizás no sos vos la de la foto que me mira. Ni yo esta mirada, que se acerca y se aleja según la intermitencia azarosa del protector de pantalla.

Foto unsologato, autorretrato, diciembre 2007.

Luces del vino

Caminos líquidos de boca en boca hasta que dos lenguas se saborean las mutuas uvas bajo un sol despavorido que no encuentra ombligos dulces donde anidar el desasosiego aunque el agua se deposite en los cuerpos que danzan perfección de lujurias en el aroma sagrado de la espera de flores y frutos en maderas de cruces y naufragios aunque en esas calles ya nadie se desnude para brindar por el azar que dispone esos cuerpos que han vislumbrado un destello de dicha en la luz de una copa de malbec.

Foto unsologato.