Calor.

La piel pavimentada. El ventilador girando alegría del aire. Angustia del aire. Aire desnudo respirado por hombre en misa de cuatro paredes blancas. (Mozart, K. 139). Hombre desnudo como crucificado frente al ventilador. Apócrifo autocristo de su propio espejo. Todo girando sin piel amada: angustia del aire. Aire espera. Aire caliente: pieles de antenoche. Pavimento entrando en la no-piel de la espera. Sudor kyrie eleison. Un collar rojo. Y el sol que será devorado por la noche de cuerpos ausentes. Y el hombre desnudo frente al ventilador respirando un aire menos lacerante.

Foto unsologato.

Segunda oscuridad

Los fantasmas frente a frente. Oscuridad crispada. Y todo ese silencio que golpea las ventanas donde nadie respira. Pero quedan suavidades agazapadas. Gritos de gozo que llaman a otras puertas. Quizás estén todas las preguntas equivocadas. O la herida tiene demasiados árboles. Árboles que le duelen a la tierra y al aire. No te respiro en estas hojas caídas. No me respiras. No te sostengo entre mis ramas. Los fantasmas se ríen de nuestros gorriones tristes. Somos también esa risa y el silencio de calles desarboladas.

Nos vamos cantando bajito la canción más oscura que hemos aprendido en esta piel…

Foto unsologato

Oscuridad

…y la oscuridad no decide pero pregunta con garras afiladas. Oscuridad que pesa sobre párpados no besados. La noche no tiene respuesta en cuerpos equilibristas. Abismo tan al alcance del beso. Beso sin aire ni abrazo. Bastan dos ausencias para que la herida del cristal se vuelva piel. Cada uno en su incapacidad de ser gorrión dando saltitos en el pecho del otro. Agujero de tiempo. Destiempo descalzo con pies ensangrentados. Y la desesperación de esa calle donde los fantasmas dejan caer juguetes de niños asustados sobre los charcos. Charcos que no reflejan ningún rostro. Y la tristeza de ese sol que alguna vez creímos habitable. Gorriones muertos por no encontrar el tablero. Amantes agujereados de destiempo y una oscuridad que pesa…y pesa… y se retuerce las manos sin ninguna estrella…

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Luz confundida.

Luz que no encuentra los cuerpos en esa ventana sin preguntas. Preguntas que ofician la herida. Herida sin luz. Luz sin objeto. Objeto sin rostros. Persecución de la luz para que todo sea ausencia. Esquirlas de deseo no deseo. Y la luz que no ofrece una alternativa al cielo. Ni a la hembra ni al macho, que se aman. Y el cielo que no necesita esos cuerpos, para que los árboles piadosos den con la contraseña. Todo perdido. Todo encontrado antes de tiempo. Luz destiempo. Luz de incertidumbre.

Que la noche decida, amor…

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