Puerta del laberinto
Una puerta que deja de ser una puerta, entonces ya no se abre ni se cierra, ni se puede pasar a través de ella hacia el otro lado. Porque tampoco hay un lado y otro lado como antes, cuando la piel y el abrazo marcaban las coordenadas. Piel sin puerta, sin adentro ni afuera. Indistinto decir, ella de aquél lado, yo acá en Buenos Aires, intercambiables ausencias sin lugar, sin puerta; acaso restos de una reja que encerró algo de tiempo, un vidrio roto, goznes oxidados desparramados en una vereda imposible de identificar con señas concretas o el llamado de un árbol. Desplazamiento hacia la bruma, cuerpos grises deambulando, cada uno hacia una luz nueva donde al menos habrá una ventana. Con una sola ventana será suficiente para reconstruir el mundo. Una ventana donde golpeará la lluvia y se reflejará el rostro amado.
(En el laberinto es común que sucedan cosas así, apariciones, desapariciones y refundaciones de la realidad y del sueño. Es parte del juego: confundir los destinos, el deseo, las bocas de tormenta.
El Minotauro un buen día despierta en los brazos de su amada y ya no le importa vivir el resto de los días encerrado en la despiadada construcción soñada por Dédalo)
Foto unsologato.
7 Comments:
La puerta que no seabre se transforma en un muro infranqueable.
pareciera q Shopenhauer está suelto x aquí. En todo caso las puertas son delétereas y están en nuestros propios cuerpos, dentro de nuestras cabezas...
Las puertas, como las ventanas de Kavafis, son laberintos.
Si encuentro al minotauro también me quedo. Besos.
Cómo duele tu dolor de esa puerta-no puerta-ventana-muro. Te regalo una pampa de viento y sol. Después veremos qué pasa
Todosmistambores
La ventana de los antes, nevado rio muralla madre. Es una ventana y ese es un maravilloso descubrimiento. Saludos!
Abrazofelinoceánico a los distinguidos comentaristas.
Ronroneo de gratitud.
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