viernes, agosto 20, 2004

El nombre del gato.

El gato se llama Mavra, es macho, siamés, castrado y está sentadito sobre el escritorio donde se escribe su nombre que salió de una operita bufa de Stravinsky.
Hubo un tiempo allá en las Islas de Juan Fernández, que uno de los pasatiempos favoritos era ponerle muchos nombres al gato.
El primer nombre de aquél gato fue Brahms, el segundo Lunopius el tercero Enero, después Eriko, Hassan Badredin etc. Cuando Brahms murió mi mujer lloró grandes lágrimas felinas y después de enterrarlo en el jardín de la casa y hacerle una tumbita con piedras volcánicas de la playa, nos sentamos el uno frente al otro y escuchamos con infinita tristeza el Requiem alemán de Brahms en homenaje a nuestro gato.
Los nombres eran una práctica con la que rendíamos homenajes a amigos, sueños y realidades visibles o invisibles que se nos iban presentando. Pero después de varios gatos, los nombres se redujeron a uno solo, como el nombre secreto, el que nunca sabremos, el que sólo nos ha sido dado soñar y buscar entre miles de milllones de nombres falsos, como pseudo cabalistas o simples mortales que terminan acurrucándose en cualquier silencio tibio que encuentren por ahí...

1 Comments:

Blogger alma... said...

que bello gato...
sierro los ojos y puedo imaginar tu isla, puedo ver la tumbita de brahmas, dia nublado, viento que limpia el alma de la tristeza por el querido... requiem.... ojos... te imagino gato, frente a tu gatamujer... y junto a tantos nombres inventados que pululan en el mundo de lo irreal...
nombres para rendir homenajes...
muy bello

julio 29, 2005 3:31 p.m.  

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