Contar adoquines.
Es una buena mañana para contar adoquines. Primero trazo al azar un círculo (por supuesto que no es exacto) con tiza blanca y después los cuento. El círculo abarca una superficie bastante amplia. Me demoro dos horas, cuarenta y tres minutos con veintidós segundos en contar trece mil cuatrocientos doce adoquines. Los datos los apunto en una libreta forrada con una foto de adoquines.
La primera vez que conté adoquines fue emocionante aunque algo triste. Tres de los adoquines que conté esa vez, que fueron un total de quinientos cuarenta y cuatro, tenían manchas de sangre fresca. A pesar de mis años de investigación en el tema, no he llegado a una conclusión definitiva, para algunos esos tres adoquines manchados con sangre debían ser descontados y no incluidos en el total de la cuenta de adoquines, por respeto a la vida y otras razones bastante bien fundamentadas. En cambio otros –quizás más optimistas- opinaron que debía multiplicar cada uno de esos tres adoquines por mil, lo que pondría mi primera cuenta de adoquines en un número cercano al récord y lo convertiría en un acto fundacional. Pero he optado por incluirlos como si fueran adoquines comunes sin manchas de sangre, aunque siempre recordando que en la primera cuenta de adoquines de mi vida, tres de esos adoquines estaban coloreados con sangre fresca. Esa decisión me ha valido que en muchas partes se me prohibiera contar adoquines, llegando incluso, algunas ciudades al levantamiento definitivo de todos los adoquines, con el fin evidente de evitar mi cuenta personal. Aunque en otros lados fui proclamado como “El contador de adoquines de la ciudad”.
No cuento adoquines para obtener ningún tipo de reconocimiento, sólo lo hago por mera entretención, aunque sé que esta noble y desinteresada actividad ha ayudado a más de una persona y de un tiempo a esta parte se han multiplicado los clubes y asociaciones de contadores de adoquines; aunque veo en esto un contrasentido porque contar adoquines es una tarea eminentemente solitaria.
Foto unsologato. Adoquines de La Boca, Buenos Aires.
9 Comments:
Extraño oficio ese, de contar adoquines. Pero todo es válido cuando uno tiene ganas de hacerlo. Abrazos.
Extraño título ése. A mi me gustaba de pequeño, contar las hojas de la Ponciana que había en la puerta de mi casa.
Una, dos, tres...
Una pesadilla, no se lo recomiendo a nadie que no esté tomando algo para los nervios.
Paz
No pasé por la Boca esta vez. No quise toparme con ningún círculo pintado que encerrara tus dedos y tus ojos. En otras visitas los ví. Sé que han repasado tu trazo de tiza con una pincelada blanca, como los pasos de zebra, para perpetuar tu contado inicial. Pretenden rendirte honor y, a mí, esa visión me atormenta, no me deja en paz... Ese homenaje, la misma perpetuidad de la pintura, hace que caduques: te encierran en el mismo círculo que te liberaba.
Esa contradicción de nuevo...Tan pocos comentarios en un texto controvertido y bello.
Te beso los adoquines y los pensamientos.
hay.....quienes han contado mis pecas, como vos tus adoquines, como estrellas de una extraña dimensiòn, y su cielo....y han dejado sus marcas , cìrculos y otras formas , marcando territorio, recorridos inacabables, escribiendo un nombre para que sea repetido tres veces, como en un conjuro para volver a convocar ...... al nombre de la huella indeleble, que aùn permanece
y es por eso que yo tambièn aprendì a contarlas, y saber cuàntas son
como vos con tus adoquines
de calle de barrio
de cielo ......
te digo en secreto, si querès, cuàntas son
las cuento todas , porque valen todas , con o sin herida
a veces con herida valen màs
porque mi soledad tambièn es acompañada ,
sin dejar de ser tal ...
tan ìntima
y tan lejana ....
un beso desde esta distancia de cielos estrellados y adoquines
y mi abrazo arrabalero para tu alma de gato contador, llena de marcas
como tesoros
Matilde
yo también disfruto
caminar viendo el piso
sin importar
el dolor de cuello
siempre hay sorpresas
por ahí...
quebraduras mágicas
que tienes que saltar
si no, corres el riesgo
de morir
una muerte
espelusnante...
o clips de la suerte
que alguien abandonó
como aladino a su lámpara...
o pisadas marcadas
por hombres
perros
gatos
y bicicletas...
besitos intrépidos, e.
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Me e dedicado a contar círculos en la calle. Círculos que cuenta la historia de aquellos que han visto el futuro y el pasado en los adoquines de la calle.
E visto como la sangre sigue a esos hombres que camuflados en las sombras se deslizan una y otra vez por los callejones de los pueblos en tonos sepias.
Quemas da tendré que andar atrás de ellos como un perro; siguiendo sus huellas, mas que sus huellas, sus círculos imperfectos de blanco polvo. Quizás mi misión será limpiar la sangre que ellos vieron para poder limpiar de la misma forma su alma
En nombre del adoquinado les agradezco sus comentarios.
Las cuentas de adoquines, círculos, pecas, flores o gujarros pueden ser tenidas como mantras que nos permiten otros estados de conciencia no del todo ajenos a la poesía.
Gran abrazo felino para todos.
Se me ocurre preguntarte, si en "tu cuenta de adoquines", no te cruzaste con alguna hormiga. Si "sobre un adoquín" (o entre los bordes también vale)apareció alguna de ellas ¿cómo fue ese encuentro? ¿te acordás si era "negra o colorada", muy chiquita (como las "del azucar")o de mandíbulas fuertes y grandes patas? Estas preguntas te las hago porque yo las respeto mucho. Cuando me cruzo con alguna, me detengo bruscamente, dejo el pie en el aire, doblo la rodilla de la otra pierna, giro 180 grados y luego camino cuatrocientos cuarenta y cuatro pasos "de costado",en sentido contrario al giro del reloj, para homenajearla. No es cuestión de darle la espalda; a lo sumo el flanco izquierdo
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