Una manzana.
Una manzana. Una roja y simple manzana me lleva hasta vos. Son esos milagros absurdos que a veces se dan entre la unión de un sabor específico y un color determinado.
Esto sucedió porque hoy tenías sabor a otra fruta y tuve que taparme los oídos para no escucharte gritar en esa otra frecuencia. Aunque fuera de placer, pero un placer sin manzana. Entonces le pediste a tu macho de turno que te llevara frente al espejo. Yo sabía lo que te iba a hacer porque ya había masticado el primer bocado de esa roja delicia. Pero tus frutales gemidos retumbando en esa habitación de alquiler me impidieron continuar devorando la manzana que eras vos: tu recuerdo, ese nudo en el pecho. Mi simple y perfecta manzana. Debí arrojarla-te a la basura y olvidarme de tu piel pero no pude hacerlo. Preferí que te oxidaras en cualquier rincón de la casa.
Más tarde llegó mi mujer y me puteó por andar dejando fruta tirada por cualquier lado. Disimulé, le pedí disculpas por mi descuido y no le pude decir nada cuando te tomó de un bracito y te botó a la basura. Yo quería seguir saboreándote el resto del día, sin que importara la distancia o que te entregaras a otra boca, a otra culpa, a otro simulacro de fruta venenosa.
Foto unsologato.
4 Comments:
El azar y la memoria toman olores de esos abraZadores.
Me gusto mucho el relato
Saludos
Me gusto ucho como siempre. Le encontre una metafora muy bonita, aunque puede que esa haya sido tu intecnion.
Lo otro que me encanta es eso de como los sabores te llevan al paado.
Gracias, gracias por saborerar esta manzana.
Saludísimos felinos!!!
la dulce presencia
de la que se fue
en la boca
entrada freudiana del alma
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