Cartel de tránsito.
En la presente foto podemos observar cómo la autoridad de tránsito prohíbe avanzar hacia el cielo.
Esto significa que en esa calle de Santiago, Comuna de Providencia, no podrán circular aviones, cohetes, transbordadores espaciales, globos aerostáticos, zeppelines y demás artefactos que puedan vencer la gravedad y remontar los aires.
La prohibición no deja de llamar la atención. Uno podría preguntarse con todo derecho: ¿Por qué no está permitido alcanzar el ancho cielo y tomar contacto directo con nubes y pájaros? ¿Es acaso por temor a la caída o para prevenir indeseados e icarezcos accidentes? ¿Se trata, acaso, de preservar la vida de los volátiles del reino animal o es solamente un arbitrario acto de ostentación de autoridad, que pretende hacer que se cumpla con todo rigor la Suprema Ley física de la Gravedad?
Es curioso y triste que nos prohíban tan brutalmente avanzar hacia el cielo.
¿Por qué esa solapada forma de crueldad? ¿No es también prohibir los sueños y cortarnos las alas antes de que empiecen a despuntar? ¿No es como clavarnos a la tierra, que en realidad no es más que pavimento?
Pero con este acto, la autoridad también deja en evidencia su precaria situación. ¿Acaso teme que los ciudadanos tomen atajos celestes y así se eviten los tacos y se agujeree la espesa capa de smog?
Podríamos seguir imaginando tristezas en torno a este cartel, pero ya es tiempo de que lo ignoremos, encendamos motores, ajustemos cinturones de seguridad y nos preparemos para despegar...
Señores pasajeros, disfruten del vuelo...
(Saludito un tanto anarquista para todos los bloggers
3 Comments:
Tal vez algún hijo puta le dio la vuelta al letrero, que en realidad quería decir "no bajes del cielo"
Me uno a los reclamos.
Esto debe ser una coima pagada a las autoridades por la Asociación de Amantes de la Fuerza de Gravedad. Canallas!
Esto me recordó la letra de una canción de Alberto Cortez, Castillos en el Aire, que vale por mil palabras:
“Quiso volar igual que las gaviotas
libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron pobre idiota
no sabe que volar es imposible.
Más él alzó los sueños hacia el cielo
y poco a poco fue ganando altura
y los demás quedaron en el suelo
guardando la cordura.
Y construyó castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Y construyó ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.
En los demás al verlo tan dichoso
cundió la alarma se dictaron normas
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.
La conclusión es clara y contundente
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente
vestido de cordura.
Por construir castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar, adonde nadie nunca nadie
pudo llegar, usando la razón.
Y por abrir ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocar al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.
Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, como el aire libre
quiso volar igual que las gaviotas
pero eso es imposible.
¿O no? ¿A ver?
La, la, laralalá....”
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