domingo, junio 14, 2009

Sacrificio



La elección de la víctima sin demasiado regocijo. Ni venganza. Ni placer. Sin mayor intervención del azar, aunque una hoja seca haya determinado la secuencia, el ángulo del acero, el dedo que entra en la herida y regresa a tu boca. El dedo untado en sangre, como otras veces en mermelada de frutilla. Frutilla vaginal. Tu vagina. El sabor de la sangre. Sangre de un rostro desconocido, anónimo. El último estertor de ese hombre que te mira a los ojos. Que insiste en mirarte como si quisiera hundir en tu carne el mismo puñal que le desgarró el pecho. Te mira con pánico, sin comprender por qué es él, quien está tendido en el pavimento boca arriba, agonizando. Es mejor que no sepa que sólo se trata de tu capricho con una hoja seca. Sincronías del otoño. Que pudo evitarse esa muerte. Como podrían evitarse los lavarropas, y los cafés de las esquinas llenos de gente. Así un whisky más para celebrar el dolor de una familia desconocida, de un perro pequeño y lanudo y de una puerta que no volverá a sentir el peso de esa mano. Y tu mano que ya no esperará que el pan tenga alas y vuele de boca en boca, aunque el sabor del pan sea tan diferente al de esa sangre que te ha hecho esbozar una sonrisa.

Foto unsologato.

1 Comments:

Blogger Rey muerto said...

No humanizar al asesino, trazarlo malo-malo hasta la última consecuencia; es difícil no pintar algo de piedad.

Y es un placer encontrar un criminal que no se conmueve. Me gustó su indiferencia, me encandila tu apacible desasosiego...

junio 17, 2009 5:50 p.m.  

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