Horizonte con barco.
Decir el horizonte y permanecer en su silencio. Negar la extensión de la mirada cuando todo es hacia adentro. Los ojos en los ojos cuando la piel no es mar, pero sí árbol de una orilla imaginaria. Y el barco alejándose de los acercamientos y el muelle sin abrazos. Y el horizonte pidiendo explicaciones más elementales. Quién se desnuda de viento, quién desata la tormenta. Cuerpo a cuerpo atardeciendo: a estribor y babor en el vaivén de la cópula. Aunque nunca nos abrazamos en aquella isla, salvo en palabras de barquitos de papel.
Amor navegante y el horizonte en silencio.
(Oh, capitana,
mi capitana con nombre de mar!!)
Foto unsologato, Isla Robinson Crusoe.
3 Comments:
Es bello y sutilmente hipnótico el movimiento de vaivésn de este poema en prosa. El mismo de las olas, el de las cartas, el de la cópula que mencionás. Es casi como una madeja que se arma al envolverse a sí misma para ser después deshecha en una nueva urdimbre que es el tejido. Este vaivén casi suspende la fatal linealidad del tiempo. Una profunda emoción
Calmar la sed, apaciguar el desorden del viento con la esperanza. Volar las olascon la mirada a ras de crestas blancas; descubrir el cielo azul más allá de los naufragios. Desarmar. Delicado fluir.
Al leerte, me embarcaste en una nave que abraza el horizonte sin condiciones.
Mariana, Marina, Amara, Tamara, Marcela, quién sabe, si es capitana puede que no importe ni su nombre.
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