El árbol del suicida
Compró una soga que pudiera soportar el peso de su cuerpo. Escribió tres cartas de despedida. Lloró amargamente en ese trance. Hizo el nudo corredizo con cuidado. Eligió una hora nocturna y deshabitada. Caminó por el parque. Sintió el aire frío en la cara. Encontró el árbol adecuado. Un árbol que ya había observado alguna vez. Dio vuelta un tacho de basura metálico y se paró encima. Instaló la soga en una rama firme. Se puso alrededor del cuello el nudo corredizo y lo ajustó. No había nadie. Sólo el frío de la noche y su decisión. Comenzó a contar mentalmente hasta diez. Siempre le gustaron esas cuentas regresivas de lanzamiento al espacio. De pronto escuchó la voz del árbol: “no lo hagas”. Detuvo la cuenta. Se bajó del improvisado patíbulo y se abrazó al árbol.
Foto unsologato. (Árbol del Rosedal, Baires)
5 Comments:
Y nada mejor que un arazo de árbol, es lo más sincero que hay. Cariños
Qué ganas que todas estas historias tuvieran este final feliz!! conozco tantas que no, eso es lo que más me duele.
Un Beso
me subo a las ramas de tu árbol elegido...para cabalgar...para escuchar la voz que le devolvió el color a tus hojas y a tus ramas...
Hola
Yo esperando a que se cuelge, pero guardaste el suspenso hasta el final
una buena moraleja que nos queda y una buena historia
saludos
¿Estás seguro que fue el árbol quien hablo? A mi me parece que fue un duende, de esos que cuidan lo que está sobre la tierra, que conocedor de estas poesías, no permitió quedarse sin las palabras que le regocijan el alma
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