La última lluvia.
Ha comenzado a llover. En la celda hay una pequeña ventana que le permite ver la lluvia. Sabe que no resistirá otra sesión de tortura. Casi no siente el cuerpo pero lo alivia mirar la lluvia. Se abre la puerta y aparecen dos carceleros que lo ponen de pie y el oficial que ayer lo interrogó; con tono enérgico le dice: -Tiene suerte, vamos a darle una oportunidad de salvarse. Si logra darnos la cifra exacta de gotas de lluvia que caerán durante el próximo minuto en el patio del cuartel, lo dejamos libre. Yo mismo le firmo el salvoconducto para que salga del país. Si se equivoca, es hombre muerto. El prisionero asiente con la cabeza y mira hacia la ventana. A una señal del oficial ha comenzado a correr su decisivo minuto de lluvia. El prisionero cierra los ojos y trata de ver la lluvia dentro de su corazón. Se cumple el tiempo y sin dudar dice un número: -Cayeron un millón trescientas cuarenta y cuatro mil doscientas trece gotas de lluvia en el patio. El oficial sonríe con desprecio y dice: -Lo lamento, falló solamente por tres.
Bajo la lluvia en ese último patio recibe la descarga en medio de la frente. Queda tendido boca arriba, con los ojos muy abiertos como queriendo que no se le escape ninguna gotita. La lluvia rápidamente lava la herida y le susurra al oído que la cifra fue exacta, que los asesinos una vez más han mentido para cobrar otra víctima.
Foto USG
11 Comments:
La lluvia puede salvarnos de la tristeza, de la melancolía, de la pena, pero con la maldad humana es difícil luchar.
Tristeza me provocó tu historia. La lluvia debería sanar heridas no provocarlas.
Un abrazo felino,
Pame.
En cosas de justicia la physis no tiene palabras, esa es cosa de psiqué. Me encantó, sobretodo porque el consuelo viene de la posibilidad mesianica de salvación, posibilidad que no se da, pero que al mismo tiempo limpia su desconsuelo. Un beso en tus orejas peludas bye!
Es una lluvia muy triste esta que has escrito, pero una lluvia hermosa donde la tragedia se lee en coordenadas mágicas.
Besitos muy lluviosos de esos que salvan.
Chaoooo.
Terrible.
Me parece demasiado triste,
y cruel
y doloroso
e indolente
pero sobretodo injusto
y para peor histórico,
verdadero,
descarnadamente real,
Ni todas las lluvias del invierno, pueden lavar tantas heridas, tanta sangre..
Un abrazo con melancolía en esta tarde de lluvia...
Bella lluvia, pero triste. Celebro tu pluma, pero quedo acongojado por la historia. A modo de levantarme el ánimo, un post que busca equilibrar las fuerzas del bien y el mal. Saludos empapados, a un gran amigo!!
este cuento está sencillamente gEnIaL !
el hombre limpio puede estar atrapado en el lodo cotidiano de la injusticia y las ambiciones, pero muere sabiendo que tiene razón, y los más importante, el Universo también sabe que tiene razón...
¿le sirve de algo esto al muerto? - claro que sí, a él y a los suyos. el ser hijo de puta se lleva por dentro como una terrible fuerza autodestructora... vean cómo terminan generalmente los hdp.
el ser limpio también se lleva por dentro, pero como entereza.
al final siempre ganará el honrado.
la lluvia lavará sus heridas.
grande Gato Filósofo
Mortimer está triste por ese cliente inocente, se siente impotente ante tanta muerte. Para Mortimer la muerte es la vida, pero a veces preferiria morir, no ver amanecer otro dia, si con ello parasen las matanzas injustas.
Yo estoy de acuerdo con Mortimer. Volvere cuando amaine la lluvia.
Hola
Gracias por tu visita y tus comentarios... tu blog ha resultado muy interesante... nos veremos por aqui... hasta luego...
Ante un post como éste, ningún comentario me parece más acertado que el silencio.
Un beso gatuno.
Ciertamente, esta fue una lluvia triste. Gracias a los comentaristas por ayudarla a parirse más transparente. Fue nada más que un juego en el que a partir de una imagen quise poner el horror mezclado con ciertas categorías mágicas. No sé si lo logré.
Abrazo felino a pleno sol!!!
La historia es buena, muy ingeniosa, Gato. Y la idea muy ocurrente: cualquier excusa es válida para un torturador y la lluvia y sus gotas han sido tu recurso para practicar con la "maldad" y la dureza en el texto. Te has propuesto una difícil misión y la consigues superar de maravilla hasta el final donde no puedes evitar no ser tan malo y acabas cerrando el cuento con el tono conciliador del susurro de la lluvia que pone a los buenos en el Reino de los Cielos y a los malos en el Infierno... Eres inevitablemente güeno, Gato.
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