jueves, septiembre 02, 2004

Canales venecianos.

Duele el agua. El agua que fluye sin destino y sin memoria. Duele que ella le diga, no, a las palomas que revolotean en la plaza. Aunque esas palomas no sean lo suficientemente rojas.
Vamos en diferentes vaporettos. Desde una góndola nos arrojan a cada uno una carta; a ella le dicen que está bien que prefiera los campanarios más altos y a mí que debería quedarme con ella porque es la única que podrá guiarme en ese laberinto...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y con ella de la mano, subir a todas las torres. Un beso

septiembre 01, 2005 8:24 a.m.  

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