La última flor.
Camina por esa calle donde diez años más tarde será asesinado. Camina a la misma hora en que recibirá la descarga en medio del pecho. Cuando llega al lugar exacto donde caerá su primera gota de sangre, se detiene, mira hacia el piso y le llama inexplicablemente la atención un pequeño papelito doblado en cuatro. Lo levanta del suelo, lo abre y sonríe. En el papelito hay dibujada una flor con mano de niño. Entonces recuerda aquellas que una compañerita le regalaba en tercer grado. Recuerda la sonrisa de esa niña lejana y el jardín secreto que fue formando. Guarda el papelito con la flor en la billetera y sigue caminando tranquilamente.
Diez años más tarde, cuando el delincuente apuntándolo le exige toda la plata y se lleva sólo las tarjetas de crédito, en lo único que piensa es en que no le robe la billetera porque no quiere perder esa flor diminuta. Pero lo que pierde es la vida. El ladrón dispara a quemarropa. Arroja la billetera al piso, la flor dibujada en el papel se sale de la billetera y queda cerca de su mano. Sabe que va a morir, la sangre corre demasiado a prisa por ese agujero en el pecho, estira la mano y toma el papelito con la flor. Lo aprieta en su puño y sonríe, recuerda a esa niña de la infancia y ese día en que encontró esa flor de papel y todos los demás días en que la guardó en su billetera como un extraño amuleto...
Foto unsologato.
11 Comments:
ante todo gracias por tus fotos, tienes extasiada a la niña de mis ojos.
te estás haciendo un profesional del "click" (onomatopeya de la accion de apretar el disparador de la cámara).
el relato me recordó la anécdota del indio que le preguntó a Buda que cual era la religión que enseñaba, a lo que Buda respondió con un solo gesto, le ofreció una flor mientras sonreía.
un abrazo unsologato.
Aprieta el papel en su puño, lo lleva hasta su pecho y trata de taparse la herida mortal con la mano.... En su vértigo vislumbra una última imagen: una niña con el pelo rojo caoba con una amuleto rojo rubí en la mano. No es más que una flor de terciopelo encarnado, fluído y brillante, en un callejón sin vida.
Para tí, Gato.
No me digas que éra él. Ya sabía yo que nunca habría de conocerlo.
Preciosa manera de morir...
quizás hay puntos del espacio que están esperándonos como gatos caseros
cuando pasamos por allí nos saltan encima para jugar con nosotros
así, jugando, nos movemos a otro punto
pero allí queda por siempre, el gato tensado, esperándonos, en ese punto exacto...
Uno de los más bellos relatos del Felino Poeta.
Maravilloso!
Notable, ahi dejo el comentario no mas felino.
ayy.. difícil asunto para hoy.
Gato, te mereces beso, aplauso, besito, abrazo y varias cosas más que no las voy a decir aquí porque acaba de darme un ataque de recato, por este relato.
Emocionada!!!!!!!!
Besitos de muerte!!!!
Chaooooooo.
A mi me gusto pero me faltó algo, me falto la chica, me falto el tiempo intermedio: desde q encontró el dibujo de la florcita, hasta q la vio en su muerte. Me gusta me gusta. QUizas nisiquiera deba entender eso. Quizas sea maña. Quizás.
Procedo a agradecer a cada uno de los amables comentaristas:
Ecce: Gracias por ese recuerdo budista... Abrazo felino.
Bai: Bello... bello agregado a este relato y qué hablar de sus variaciones, señorita de múltiples flores... Gracias. Ósculo decápodo.
Magda: Y bue... siempre pasa...paciencia, che... ósculo gatuno.
Din: sonrisa.
Doc: Usted sabe, compadre que sus comentarios hacen tremebundo honor a mis letras y edifican una alegría que termina siempre en ronroneo furioso. Abrazo felino!!!
Pablo: gracias pibe.
Elisa:... es que usted a veces lee con el corazón muy en la mano y en los ojos... No sé, digo... Gracias doña.
Angelorum: Gracias piba.
Cloe: Mirá... las posibilidades de un relato pueden ser infinitas, esta optó por cierta brutalidad, qué che le va cher... Sorry por la torpeza...
Gracias a todos, queridos míos.
Los abrazo felinamente con vetanas llenas de sol.
:-))))
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